Escrito por Sarah Mackenzie y  publicado originalmente en su blog Read Aloud Revival, con el título Homeschooling K-2: Six Ways To Early Years You Won’t Regret.

 

Una de las ventajas de tener hijos durante el lapso de varios años es el don de la perspectiva. Con nuestros primeros tres, ya me comenzaba a acostumbrar a algo en nuestra escuela en casa, cuando descubría que ya habíamos entrado en una nueva etapa.

Eso es un regalo también (porque solo Dios sabe la forma en que Él prefiere moldear el tamaño de nuestra familia), pero debo decir que disfruté tremendamente tener un segundo grupo de bebés.

Por una parte, los bebés son deliciosos.

Por otra, es una opción de hacer las cosas de nuevo, contando como guía con ese don de la perspectiva.

En este momento, nuestros tres hijos mayores tienen 18, 16 y 14 años; los menores tres tienen 6 (son gemelos) y 7 años.

Una de las preguntas que escucho muy a menudo es ésta:

¿Cómo estás haciendo kindergarten y primer y segundo año esta vez?

Algunas cosas causaron un mejor y mayor impacto en mis hijos mayores en esos primeros años de educación en el hogar, y si pudiera retroceder en el tiempo, me diría a mí misma que me concentrara en esas cosas.

Estas son seis cosas en las que usted puede concentrarse en los primeros años de educación en el hogar de las cuales no se arrepentirá:

Leer en voz alta

Leería en voz alta tanto como mis hijos lo soportaran. De hecho, nosotros hicimos esto con mis tres mayores, pero cuando eran pequeños me sentí obligada a añadir actividades, unidades de estudio y manualidades que se alinearan con los temas de las historias.

Si pudiera, esta vez me diría a mí misma que me preocupara menos (es decir: nada) por unidades de estudio o proyectos basados en la literatura, y que simplemente disfrutáramos juntos los buenos libros.

Me haría de una excelente lista de libros y leería obras de esa colección.

La historia es suficiente, me diría a mí misma.

Y entonces leería otro libro más.

Matemáticas

Siempre me preocupó que mis hijos odiaran las matemáticas tanto como yo  cuando era niña, así que no usé programas formales por ese miedo.

Si estuviera haciendo todo de nuevo, comenzaría usando un programa real cuando los niños llegaran a los seis años. Ya sabes… más o menos a esa edad.

Haría un poco de matemáticas casi todos los días, unos 10 o 15 minutos, como máximo, de manera gentil y sin presión, pero seguiría un programa sistemático desde el principio. Lento pero seguro, como dicen.

Resulta que los niños disfrutan las cosas para las que son buenos. Así que les ayudaría a que fueron buenos en matemáticas.

Esta vez, eso es lo que estamos haciendo.

PD: No creo que importe demasiado qué programa de matemáticas se use, pero probablemente sea mejor no cambiar el plan de estudios durante los años de estudio.

Aprender a leer

En esta área es donde más desearía poder aconsejarme al oído (¡bien vigorosamente!) más de 10 años atrás.

Enseñar a mis hijos mayores a leer fue un ejercicio de frustración, para ellos y para mí.

Usé demasiados materiales diferentes, y evité los programas consolidados porque tenía la impresión de que enseñar a leer a un niño debería ser fácil.

La novedad es que no siempre es fácil.

Si pudiera, volvería atrás y me diría a mí misma que debiera usar un solo programa de lectura desde el principio.

Y por «desde el principio» me refiero al primer año; no empezaría antes.

La lectura a temprana edad no tiene ningún beneficio, por el contrario, se paga caro cuando intentamos obligar a nuestros hijos a leer antes de que estén listos.

Hoy en día, espero hasta que mis hijos tengan alrededor de 6 años, y luego comienzo con un programa bien establecido (hay muchos programas maravillosos, así que se puede elegir lo que se prefiera).

Sonrío mucho, me libero de toda la presión, y leo un poco todos los días, semanas, meses y años. No me preocupo nada por cuánto tiempo dure eso.

Que dure todo el tiempo que sea necesario.

Estoy bastante segura de que mis hijos mayores hubieran leído de manera más fácil y con mayor seguridad si yo hubiera tenido esta perspectiva cuando crié por primera vez. También habría tenido una presión arterial más baja.

Escribir

5 minutos al día; quizás 10.

No demasiado tiempo, pero lo suficiente para que la formación correcta de las letras pase a ser parte de la memoria muscular.

Hay algunos programas de lectura en los que se incluye un programa de escritura, pero si así no fuera, se puede hacer un poco de escritura todos los días. Solo un poco.

Esta vez, estoy empezando con la letra cursiva.

Centrarse en la formación de hábitos

Ah, sí, los hábitos. Si pudiera retroceder en el tiempo a cuando mis tres mayores estaban entre Kindergarten y 2° año, tomaría toda esa energía que puse en «hacer escuela» y me concentraría en su lugar en ayudarlos a desarrollar buenos hábitos.

Ayudar en la casa, enjuagar el lavamanos después de cepillarse los dientes, reponer la silla en la mesa, hacer la cama por la mañana… ese tipo de cosas.

No se produce un lindo arte de bolas de algodón para colgar en el refrigerador cuando se le está enseñando a un niño a dejar el baño mejor de lo que lo encontró, pero la recompensa valdrá mucho más la pena.

Me diría a mí misma que el tiempo invertido en enseñar a un niño a hacer bien una tarea es un tiempo extremadamente bien empleado.

Esto es difícil porque un logro así no se puede medir y no se puede marcar como terminado en una lista, pero es importante.

Vivir bien

Veamos… ¿qué más me diría a mí misma si pudiera retroceder en el tiempo?

Durante estos primeros años de educación en el hogar, jugaríamos al aire libre, todos los días, si fuera posible.

Trabajaríamos en el jardín, saldríamos a pasear, haríamos los mandados, charlaríamos con el cartero, veríamos a las babosas deslizarse y dejar rastros; jugaríamos muchos juegos; seguiríamos un ritmo natural diario que no estaría ligado al reloj.

Leería más libros ilustrados, pasaría más tiempo trabajando junto a mi hijo en las tareas del hogar y el jardín, y planificaría clases menos.

Memorizaríamos un poco de poesía y otros tesoros similares.

Tendría materiales de arte disponibles y me daría cuenta de que para un niño de kindergarten, ayudar a la mamá a limpiar la manualidad hecha es tan placentero (y útil) como lo es hacer la manualidad misma.

Cantaríamos; bailaríamos; nos iríamos a la cama temprano.

Fomentaría el asombro, la curiosidad y los hábitos de ser útil en el contexto de la vida familiar; sonreiría mucho; reiría mucho; seríamos juguetones y amables, y trataríamos de recordar que una madre tranquila y sonriente contribuye en gran medida a generar fortaleza y producir felices recuerdos infantiles.

Y luego leeríamos en voz alta un poco más, por si acaso.

Por supuesto, hicimos muchas de estas cosas, pero las haría con más confianza, con más descanso, con más entusiasmo.

Sabría que un día así sería el día «escolar» más valioso de todos.

Eso es lo que ha cambiado esta vez: esta vez, yo sé que este es el tipo de día escolar más valioso de todos.

Si usted está buscando un programa de estudio de Kindergarten a 2° grado para su hijo, tal vez intente esto:

Lea más; ame más; asómbrese más; no se preocupe por las cosas sin importancia.

Y dado que estoy educando en este nivel una vez más con mis nuevos bebés, eso es lo que estoy haciendo.

La mayor diferencia esta vez es saber que nunca me arrepentiré de estos días de educación primaria, compartidos y saboreados, porque no duran para siempre.

Esta vez, lo sé con certeza.

Traducido con permiso. Título original: Homeschooling K-2: Six Ways To Early Years You Won’t Regret, publicado por Sarah Mackenzie en su blog Read Aloud Revival. Sarah también es autora de Teaching from Rest: A Homeschooler’s Guide to Unshakable Peace (no existe en español, pero el título significa: Enseñar desde el descanso: una guía hacia la paz inamovible para educadores en el hogar).